Mirar las iglesias del Serrablo con otros ojos

Un equipo interdisciplinar de la universidad de Madrid está estudiando y divulgando el patrimonio arquitectónico del Gállego.
Por muchas veces que hayamos visitado San Juan de Espierre igual nunca la hemos mirado con ojos entrenados. Marta Rielo, Marina Forte, Kaouthar Asrih y Francisco J. Moreno, profesores de las universidades Complutense y Autónoma de Madrid, llevan mucho tiempo observando nuestras Iglesias de Serrablo con esa clase de ojos que ven más y mejor que los nuestros. Esto lo pudimos comprobar en la charla que nos ofrecieron el pasado jueves en la UNED de Sabiñánigo, al amparo también de la asociación Amigos de Serrablo, con una sala abarrotada de público.

¿Por qué se interesa este equipo por nuestro patrimonio? En primer lugar, por la necesidad de matizar o reevaluar lo que siempre habíamos dado por supuesto en unos edificios que no siempre han tenido la atención que merecen (a este respecto, Francisco Moreno nos contaba, por ejemplo, que nunca le hablaron durante la carrera de las iglesias del Gállego). Pero, además, porque estos profesores están convencidos de que se pueden utilizar estos muros como documentos históricos que no sólo explican mejor nuestro pasado sino, también, lo que ahora somos.
Por ejemplo, Marina propuso en su exposición la posibilidad de entender las peculiaridades de las iglesias de nuestro territorio, sus características únicas, como una muestra de la estrecha comunicación, el reconocimiento y la imitación entre las dos culturas que se dividían el territorio altoaragonés en el periodo altomedieval. Las iglesias serían así una muestra de que la frontera, lejos de ser un muro separador, era una membrana porosa que facilitaba la ósmosis entre los pueblos cristiano y musulmán.

Estudios interdisciplinares donde trabajan en común geólogos, arqueólogos, historiadores del arte, filólogos…, como los que este grupo de profesores propone, son el camino para que gracias a un mejor conocimiento se intensifique también el aprecio público e institucional de estos ejemplos artísticos, y así poder abrir posibilidades de turismo de calidad y de desarrollo sostenible.
Porque faltan muchas cosas por hacer: la profesora Asrih, en sus conversaciones con los visitantes de estas iglesias, constató la decepción general de estos cuando se encuentran con las iglesias cerradas en los pueblos; o bien, Marta Rielo señaló la urgencia de contar con una adecuada planimetría de estos monumentos, trabajo que deben realizar los estamentos públicos y que por desgracia, denuncia, aún no se ha hecho.

Tere Otal, profesora jubilada del IES San Alberto Magno, jugaba de pequeña alrededor de los muros de San Juan de Espierre y jamás pudo imaginar que lo que ella siempre había considerado como un edificio unitario pudiera haber evolucionado con los años o los siglos de manera que hubiera tenido hasta tres cabeceras distintas. Por eso, durante la explicación del profesor Moreno, Tere no pudo disimular su sorpresa. Nosotras, como estudiantes, queremos agradecer a estos profesores que sean capaces, por ejemplo, de sorprender a Tere Otal. Y también agradecemos que su trabajo nos permita admirar nuestras iglesias con otros ojos más vivos, para así animarnos a exprimir la fascinante historia que esconden sus muros.

Patricia Fuertes, Violeta Muñoz y Julia Roig.
Alumnas del IES San Alberto Magno de Sabiñánigo.

 

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