IV Edición del Certamen de retórica “Gerardo Millera”

Desde aquel, ya lejano, año en el qué descubrimos que al llegar a bachiller tendríamos qué hacer una disertación, creo qué puedo hablar por todos si digo que ha aparecido hasta en nuestras peores pesadillas. En ese momento, apareció detrás nuestro un reloj que nos amenazaba con el paso del tiempo y la cercanía de este proyecto. 

Este año ¿es nuestro momento ya? Se incrementó nuestro nerviosismo, muchas horas pegados a Google buscando temas que pudieran llamarnos la atención y, otras tantas, buscando maneras para relajarse para el momento de hacerlo. 

Tanto la profesora de lengua, Sandra Flores, como el profesor de filosofía, Alfredo Sánchez, dedicaron un trimestre entero para calmar los nervios y explicarnos cómo debíamos hacerlo y, sobre todo, la posibilidad de pasar a la acción. ¿De verdad vosotros nos veis capacitados para no salir corriendo antes de explicar nuestra disertación? Claro que sí y, como todos sabemos que una imagen vale más que mil palabras, prepararon un encuentro con cinco alumnos que tuvieron que hacerla el curso anterior.

El 14 de diciembre de 2023, nos disponíamos los alumnos de 1º de Bachillerato a acudir a la casa de la cultura de Sabiñánigo con unos objetivos claros: Tomar notas, aprender y resolver todas nuestras dudas. Mentiría si dijera que no caminé hasta allí con la sensación de que, aunque iba a poner todo mi interés, se me iban a hacer las horas un poco largas. No obstante, entré allí a las 19:00 y, si los relojes no existieran, habría dicho que salí a las 19:01. 

Uno tras otro consiguieron atraparnos con su historia, porque aquello no era algo que habían investigado, era algo suyo propio. Como quién cuenta la historia de su primer amor, bailaron sobre el escenario haciendo que 15 minutos parecieran un abrir y cerrar de ojos. Hasta el tema menos atractivo que pudiese imaginar me dejó absorta. ¿De dónde sacan esa naturalidad? no paraba de repetirme.

Cuando finalizó y tocó la ronda de preguntas, pequé cuando le dije a mi amiga “Aquí viene cuando los mataron a ellos”. Supieron contestar una por una cada pregunta intentando desarmar sus proyectos sin despeinarse el pelo. Así que solo me quedó aplaudir con la boca abierta y un suspiro de alivio. “Quizás no es tan difícil como parece” o, por lo menos, eso nos hicieron creer.

Solo me queda darles las gracias a los alumnos Lucas Arranz, Marta Azor, Sara Fernández, Saray Rodríguez y Julia Roig por invertir su tiempo en calmar nuestros nervios y darles la enhorabuena por el trabajo hecho.

Aroa Álvarez Martínez, 1º de Bachillerato