El pasado 22 de octubre, el alumnado de 3º de ESO nos fuimos de excursión a San Sebastián en compañía de nuestros profesores Silvia, Ángela y Jorge. Aunque ese día nos tocó madrugar un poco más de lo habitual, la realidad es que mereció mucho la pena.
Por la mañana realizamos una visita al Museo de la Ciencia ¡Eureka! Comenzamos asistiendo a un taller de electricidad en el que pudimos conocer multitud de fenómenos que, de otra manera, quizás nunca podríamos haber llegado a observar tan de cerca: las propiedades eléctricas de los plasmas, en qué consisten las escaleras de Jacob y los generadores de Van de Graaff, cómo funcionan las jaulas de Faraday y por qué son importantes para nuestra seguridad en el día a día, etc. Algunos de nuestros compañeros incluso se atrevieron a meterse dentro de una de estas jaulas electrificadas. Podría parecer algo peligroso, pero la realidad es que no tenían nada que temer. ¡La física les protegía! Nuestros profesores, sin embargo, no quisieron entrar… ¡A ver si se atreven el año que viene! Tras el taller, visitamos las diferentes salas del museo. Había secciones dedicadas a la electricidad, a la mecánica, a los fluidos, a la óptica, a la anatomía, a la genética, a las matemáticas, a las ilusiones ópticas y a muchas otras cosas más. En todas ellas pudimos aprender algo nuevo mediante el juego y la experimentación, y por eso el tiempo de la visita se nos pasó volando. Para terminar, acudimos al planetario del museo, donde pudimos ver una película sobre astronomía y agujeros negros.
Finalizada la visita al museo, y tras comprobar de primera mano que esto de la ciencia hace que le entre hambre a uno, bajamos a comer al centro de San Sebastián. Después, y aprovechando el buen tiempo que hacía, nos recorrimos todo el paseo de La Concha (¡qué largo es!) hasta llegar a un mirador en el que nuestra profesora Silvia nos habló de las características geológicas de esta playa, relacionándolas con todo lo que estábamos estudiando en clase. Tras la explicación, una parte de nosotros todavía nos animamos a visitar el Peine del Viento; no solo nos gustaron las esculturas, sino que también nos llamaron mucho la atención todos los agujeros que hay hechos en el suelo, ya que por ellos salen chorros de aire y agua y, si no estás atento, puede ser que termines mojándote… Hacia las 17:30 regresamos a Sabiñánigo, cansados pero todavía animados.
En definitiva, hemos podido disfrutar de un día fantástico en compañía de nuestros amigos y profesores. Hemos tenido tiempo de aprender cosas curiosas, de conocer una nueva ciudad, de pasárnoslo bien y de desconectar de las clases. ¡Volveremos!

